La dermatitis atópica es uno de los principales problemas dermatológicos que se producen durante la infancia, afectando al 10-20% de los niños españoles. Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por sequedad, aparición de lesiones de enrojecimiento e inflamación, así como descamación en placas junto con un intenso picor. Este picor provoca el rascado que inicia el círculo vicioso de provocar mayor irritación de la piel, agravando las heridas y corriendo el riesgo de una sobreinfección.
Al parecer, se producen alteraciones en la formación de la estructura de la barrera cutánea y la formación de lípidos de barrera es imperfecta, de tal manera que se pierde agua a través de la piel, y los irritantes (como el polvo o el sudor o elementos químicos como el níquel o el cromo) pueden traspasar la epidermis y provocar la inflamación de la piel. Además, en los niños atópicos existe una respuesta autoinmune exagerada frente a diferentes estímulos.
En los niños más pequeños, los síntomas suelen aparecer de manera más frecuente en las mejillas, el cuello, la parte externa de los brazos, las muñecas, el dorso de las manos, los muslos o los pies. A medida que crecen se suelen concentrar en las flexuras de los codos y rodillas, el cuello, los pies y las manos. Suelen ser bastante molestos, ya que el picor puede producir desazón, irritabilidad, alteraciones del sueño o cambios en el carácter.
Los desencadenantes más frecuentes de los brotes, y ante los que los pacientes tienen que estar alertas, son los artículos de perfumería y aseo personal, las prendas de vestir, la presencia de ácaros o polvo en el ambiente doméstico, los cambios bruscos de temperatura y el estrés. Por ejemplo, ahora en otoño, el frío seco y el uso de la calefacción, aumenta la aparición de los brotes. Al ser factores tan cotidianos, es difícil evitar la exposición a ellos.
Hidratar, hidratar, hidratar. Es la pauta básica a seguir a diario para tener controlada la enfermedad y evitar en la medida de lo posible la aparición de los síntomas. El uso de cremas hidratantes y emolientes específicas para este tipo de piel tan desprotegida es primordial para espaciar los brotes el mayor tiempo posible y disminuir la posibilidad de sobreinfección.
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